¿De
dónde vengo?
¿A
dónde voy?
¿Existe
Dios?
¿Para
qué vivo?
Estas no son preguntas
para cristianos, ni siquiera para creyentes. Son para cualquier persona. Son
las grandes preguntas que todo ser racional se hace (o debería hacerse) en
algún momento de su vida.
Darles respuesta no es
una cuestión de curiosidad intelectual sino de interés vital: según la
respuesta que le damos así es la manera en la que vivimos. Y es inútil que uno
no quiera planteárselas o diga que no le interesan. Todos tomamos posición ante
ellas: o te planteas estas cuestiones y buscas conscientemente las respuestas,
o las tomas de la TV, o de Internet, sin que ni siquiera te des cuenta. De ahí
la importancia de responderlas y de responderlas bien.
Muchos considerarán que
la tarea es larga o difícil y sin duda lo es, pero no si se tiene una buena
guía. Y ese es el objeto de la serie de artículos que comenzamos hoy:
proporcionar una guía, la “Guía del hombre", para encontrar respuestas correctas
a las grandes preguntas.
La “Guía del hombre” parte
de cero, no presupone nada, y para seguirla solo requiere dos cosas:
- razonar (que no es tan frecuente como se
cree)
- sinceridad (para aceptar las conclusiones
a las que nos lleve el razonamiento).
El que piense que por
ser católico ya no necesita esta Guía se equivoca porque no hay que confundir
ser católico con haber respondido bien a estas preguntas. Por ejemplo, cuántas
veces hemos oído decir "Soy católico porque he nacido en España pero si
hubiera nacido en Marruecos sería musulmán". Si uno responde bien a las
grandes preguntas no será según la religión de su ambiente, sino que creerá
aquello a lo que le hayan llevado las respuestas, independientemente de si vive
en España, Marruecos o China.
Seguiremos el lunes.
Los Tres Mosqueteros
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